sábado, 6 de junio de 2009

The Girl from Ipanema


El mar relaja, purifica, libera y transmite un pensamiento renovador que se apodera de nuestro cuerpo de pies a cabeza.

El oleaje sentimental hace que la sal quede en la superficie de la piel, pero no hay nada que un buen baño limpie.

Tumbarse en la arena del reloj temporal desaparecido y ver como las horas pasan mezcladas con pensamientos…
Disfrutar de la compañía de la reflexión personal a la orilla de nuestro mundo original en ese gran abismo de la realidad donde los versos se funden entre las sombras…
Aspirar el aroma de la sal y sentir el tacto del sol en su presencia infinita…

Encuentro pocas maneras tan eficaces como ésta para encontrarse con uno mismo.

Quizás la nostalgia del agua que se pierde al horizonte atrape al alma invertebrada, o tal vez sean las sonrisas perdidas las que se escondan bajo el mar.

Algún día lo sabré

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