lunes, 23 de marzo de 2009

Si existir, existe.

Para todas aquellas personas flexibles de definición 4.

Cuando hablas con alguien has de medir tus palabras pues cada uno le suele atribuir un significado diferente, y puedes acabar discutiendo por un tema donde nadie lleva razón o ambas partes la tienen, y sin embargo hablas horas y horas obcecado en demostrar que lo que dices es "más cierto", cuando simplemente es "tan cierto como".

Acaba llegando un punto en el que te percatas de que todo el mundo trata de catalogarte, de etiquetarte y clasificarte como si de un atributo sin clave primaria se tratara y fueras vagando por el mundo en busca de algo que te defina y diferencie de los demás.
Quizás internamente hagamos eso, nos busquemos nuestro identificador personal pensando que tendremos más personalidad con él, cuando sin embargo los que tienen personalidad no necesitan servirse de nada para reafirmarlo (o sí, tampoco voy a hacer un abuso de afirmaciones categóricas, no voy a tirar piedras sobre mi propio tejado....)

Lo cierto es que existen infinidad de conceptos ambiguos que cada uno interpreta como le da la gana cuando le da la gana, formando así un entramado de definiciones personales que pueden amoldarse a las opiniones propias de forma casi perfecta.
Esto le suele pasar a la gente que da vueltas a las palabras y que utiliza las palabras para dar vueltas a los argumentos (propios y ajenos), a esa gente que un día se paró a pensar, a reflexionar y a apreciar la complejidad de la sencillez aparente que la interfaz de la vida nos muestra.

No todo el mundo piensa, pero el que mas y el que menos ha hecho sus pinitos con la demagogia en alguna ocasión (no emplearé ejemplos de políticos porque podría empezar hoy y no terminar nunca).
Aunque la demagogia es un arte que bien debiera ser estudiada, porque, si no estás en forma en la detección de ésta, te puedes encontrar con algún prestidigitador de la palabra que sin nada por aquí y nada por allá te monta un argumento que a simple vista suena hasta coherente (vuelvo a mencionar que muchos políticos, y líderes en general -de otras cosas, por ejemplo religiosos- son unos artistas de esto).

Es curioso, estaba leyendo un artículo sobre la mezcla entre las matemáticas y la filosofía centrada en el entendimiento del infinito cuando recordé dos frases de Einstein:

"Lo único que interfiere con mi aprendizaje es mi educación" y "Un hombre debe buscar lo que es y no lo que cree que debería ser"

Estoy tan de acuerdo...!

Pero no es cuestión de ponerme a filosofar sobre esto ahora, son más las doce de la noche, me he tirado el día impartiendo un curso y llevo como dos semanas intentando cumplir con mi propósito de acostarme pronto.

Así que me voy con los Rollings a meditar en solitario sobre la existencia del número dos (el uno me consta por Descartes y por todas mis ralladuras que existir, existe) aunque dicho sea de paso que si consigo demostrarlo nunca llegaré a creerlo --a menos que tenga una prueba empírica (lo siento pero la inducción matemática nunca llegó a convencerme)--

Y recordar que la inteligencia anula el destino.
Mientras un hombre piensa es libre. (frase por cortesía de Ralph Waldo Emerson)

Sed felices!! pero que la búsqueda de la felicidad no os mate en el camino a su encuentro!

martes, 3 de marzo de 2009

Slumdog Millionaire

Hay veces, que estando sentado en tu butaca del cine eres consciente de que te están haciendo un regalo. Un espectáculo visual, un guión bien hilado y original, una temática diferente, una banda sonora llamativa.. una fotografía espectacular... en resumidas cuentas, una gran película. Y eso justamente me pasó el viernes pasado mientras veía fascinada Slumdog Millionaire.
Todo es tan distinto a lo que solemos ver... que entran ganas de gritar y suplicar por más diversidad cultural cinematográfica.


La historia, tan trágica, conmovedora como mágica nos pone de manifiesto muchas quejas y críticas, bien endulzadas y coloreadas para que el espectador no perciba la cinta como una protesta sobre las infrahumanas condiciones con las que muchos han de vivir.
Lejos de esto, nos presenta un hilo conductor sentimental para equilibrar entre crítica social y maravilloso cuento. Nos hace reflexionar y soñar a un mismo tiempo, una combinación que no suele ir de la mano, porque vivir en un mundo devastador siempre da miedo, pero sonreír y seguir adelante mientras devastan lo poco que te queda, es un regalo de optimismo que todos deberíamos valorar.