domingo, 6 de marzo de 2011

Nada que decir

-No tengo nada que decir --dijo entre el mascullo del silencio


-Tu vida es triste y vacía


-¿La mía?


-La vuestra, la de aquellos y los otros que se niegan a vivir. Pobres seres inertes, pasivos ante la desconfianza del sigilo racional.


-No es cuestión de tristeza sino de banalidad. Al final todo se reduce a eso.


-Patochadas.


-La banalidad lo inunda todo, es la compuerta rota del pantano de la mediocridad. 


-Todos somos mediocres.


-Yo no. Ni siquiera llego a eso.


-¿A la mediocridad?


-A los términos. ¿Para qué sirven más allá de encarcelarnos entre letras?


-Para entendernos con palabras.


-¿Entendimiento? ¿Es eso lo que te aporta el lenguaje?


-La comunicación.


-La verbal no es comunicación es desinformación malentendida.


-¿Y entonces qué hacemos ahora? 


-Ya te lo he dicho


-¿Qué?


-No tengo nada que decir.