jueves, 23 de septiembre de 2010

La conquista del abandono de paraguas


Llueve, y la lluvia arrastra con ella la nostalgia. Limpia el suelo de las dudas, aclara las nubes grises, cargadas de más agua.
Llueve y puedo ver de nuevo algunos niños chapotear en la calle, y los coches salpicar a la gente que ríe o maldice indistintamente.
Qué extraño es esto de la lluvia, nunca a gusto de todos, que viene y se va intermitentemente dejándonos con ganas de más (o de menos).
Y a mi, ya no me apetece mirar por la ventana, sino salir y calarme, como otras veces que corrí bajo la lluvia, o que respiré el olor a tierra mojada.
Supongo que todo cambia. Y es tiempo de conquistar el abandono de paraguas.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Nocilla Sin Fin

Untó sus dedos en la nocilla y los saboreó por enésima vez.
El tacto de la crema se había tornado tibio y hacía contraste con el frío de su cocina.
Comía frenéticamente intentando que sus pensamientos no irrumpieran en la mente, consiguiendo calmar los instintos primarios pero no la soledad que la invadía.
El dulzor del chocolate se mezclaba con lo amargo de la noche, de los días, de la tortura sin fin, de la felicidad rota o los suplicios sollozantes.
Hoy debía ser un día feliz, y allí se hallaba, sentada frente al frigorífico cambiando el paladar por lágrimas. Engañando a un cuerpo que no estaba destinado a mentirse. Ni a decir la verdad.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Los entresijos de la mente

Es curioso como cada uno hurga en uno mismo intentando sacar lo mejor (o peor) de sí.
Un día te sientas en tu cómoda silla del cuarto (o salón), recluyéndote de todo el caos y desbarajuste de tu alrededor, y notas como algo te oprime por dentro. Como si una nueva (o vieja conocida) sensación llamara a la puerta de tu Ello, pidiendo permiso a tu Superyó.

Hay quienes, desmotivados, simplemente dejan fluir sus sentimientos, muy alejados de la indagación de las causas de los mismos. Pero al otro lado, tenemos a ese grupo de personas que se para a investigar sobre las causas y las razones que afloran en nuestra mente.

En este segundo grupo, podemos de nuevo hacer una múltiple subdivisión en torno a las formas de afrontar este propósito, porque ¿cuántas maneras hay de indagar sobre uno mismo? Lo cierto es que es una pregunta compleja (o tan sencilla como decir "infinitas").

Tengo amigos que utilizan técnicas bastante destructivas para sonsacarse información, esos que proyectan su ira o incomprensión hacia una hostilidad contra el mundo ininteligible o cualquier resquicio de belleza emocional (aunque he de reconocer, que a veces, algún método de choque, puede llegar a ser efectivo).
Sin embargo, luego están los que intentan comprenderse desde el afecto, la esperanza o la fe, y a riesgo de adquirir tintes religiosos, esta forma constituye una manera no agresiva de hurgar en nuestro más profundo yo.

Por supuesto, lo primero que debemos tener claro es que todo el mundo se miente.
Nos mentimos para ayudarnos a afrontar la realidad, para tapar nuestra conciencia, para creernos mejores personas, para tratar de ser felices, o simplemente para hallar la verdad.
¿Qué paradoja, no? ¿Cómo alguien podría mentirse para lograr hallar la verdad?
Bueno, eso merecería una entrada dedicada, pero podría puntualizar en que hay varios tipos de verdades, y muchas formas de encontrarlas.

Una vez teniendo esto claro, podríamos pasar al siguiente escalón y es el de:
No somos lo que queremos ser, ni tampoco lo que creemos ser, sencillamente somos.
La imagen idealizada de uno mismo suele ser nuestro mayor enemigo. Y estoy totalmente a favor de tener claro lo que queremos ser y hacia donde queremos ir, pero no podemos engañarnos (aunque lo hagamos), no somos quienes creemos ser.

Eso no implica que seamos peores, simplemente diferentes (todo es cuestión de la escala de valores). Digamos que en muchas ocasiones, actuamos en función de unos impulsos que no dominamos, y por tanto en base a unas razones que desconocemos, y para tapar esos actos que consideramos irracionales (e incluso "malos") nos inventamos mentiras que cuadren la cuadratura del círculo.
La mente es genial en esto.

Por tanto, la primera conclusión sólida en base a la actividad de indagar sobre uno mismo, sería la de erradicar todas las ideas preconcebidas y prejuicios del tipo bondad/maldad.
Quitar cada capa de moralidad que nos impide ver con claridad. Y ya exentos de todo esto (he de decir que esa parte no es nada fácil) estaremos en disposición de conocernos un poquito más.

Bien, una vez hecho esto, podremos pasar al nivel de ¿por qué hacemos lo que hacemos? que está muy relacionado con ¿por qué sentimos lo que sentimos? y a su vez alineado con
¿qué nos hace sentir así? (parecen cosas muy diferentes pero están íntimamente relacionadas).

Para empezar habría que tener en cuenta que las personas somos seres con una serie de necesidades e instintos marcados a fuego en nuestro ADN. Algo así como "cosas que necesitamos para estar satisfechos" (y no me refiero a un AUDI A4, ni a una play3. Es bastante más primitivo.)
Y esas cosas, si no las tenemos, vamos a patalear y pisotear hasta conseguirlas, porque otro rasgo característico en todos nosotros es "sí, somos egoístas". Pero el egoísmo es una mera herramienta de supervivencia. Yo, yo, y yo. Y luego cuando yo esté satisfecho, si queda algo, entonces tú.
Para los que no se hayan quitado los prejuicios lo explicaré con el eufomismo común (mucho más agradable y socialmente aceptado de) "para querer a los demás, antes has de quererte a ti mismo" ¿eso ya nos hace sentir un poquito mejor, no? Pues vale, lo digamos como lo digamos, el caso es que para sobrevivir estamos programados de forma egoísta (claro que el egoísmo tiene muchos niveles y matices, y ahí es donde podemos aplicar otros conceptos moralistas que ahora obviaré).

Bien, una vez que hemos asumido que somos unos mentirosos egoístas, la primera meta es hallar cuáles son aquellas cosas (carencias) que nos hacen patalear hasta extremos insospechados.
Por ejemplo, aquel que demanda excesiva atención puede dejar a relucir una carencia de falta de autoestima (esto no siempre es así) pero hay muchos rasgos marcados en nosotros que pueden darnos pistas sobre necesidades encubiertas, y más aún, sobre nuestra propia imagen personal.
El típico "hago esto porque en el fondo me veo de esta forma".

En todo esto juegan un papel esencial los miedos. Y es que, una buena manera de hallar nuestras carencias, sería indagando antes sobre nuestros miedos.

¿A qué tengo miedo?

Los miedos suponen uno de los entresijos más complejos de nosotros mismos.
Conseguir descubrirlos realmente no es tarea fácil, y generalmente nos deja en un estado de vulnerabilidad personal que nos hace sentir incómodos.
Es como reconocer que estamos mal, ya que socialmente equivale a dar una imagen de debilidad (y eso va en contra de nuestra propia supervivencia).

Podría escribir horas y horas, pero no quiero extenderme más de la cuenta (y ya me he pasado) de modo que
podría concluir con que hurgar en los entresijos de la mente, es como reabrir heridas que creíamos inexistentes, una tarea difícil y generalmente dolorosa, pero que conlleva una contrapartida positiva, y lo que es mejor aún, nos permite ser un poquito más libres.