viernes, 17 de abril de 2009

Cuento de Invierno



Y el silencio le pidió al sonido una nueva oportunidad...

“¿Cuánto tiempo estaremos así?” –preguntó el sonido

Pasaron las hojas danzando al son del viento, las aguas despidiéndose del cielo, los días y las noches de sol y luna inciertos…

Pero el silencio jamás respondió.

Hasta que la Dualidad me encuentre



Lost in Hong Kong

Y allí me hallo... perdida entre las inmensas construcciones mentales y las largas avenidas verbales.
Leo los carteles con miles direcciones posibles y me debato por un rumbo que desconozco pero que me apetece conocer.
El mundo se ve mejor desde una ventana, pero no se vive igual.

Querría darle un mordisco a esa gran manzana sin pecado original...

Y mientras saboreo el asfalto visual y los interminables parques sentimentales, reparo en cada boca de metro que me sonríe y me incita a viajar.
Es curioso que siempre pierdas el abono mensual cuando más falta te hace...
Pero siempre hay alternativas y generalmente traen alguna consecuencia positiva como aderezo.

De modo que prosigo a pie, cruzando a todo riesgo entre autobuses inquietos y taxis inciertos, esperando llegar a la otra mitad de la ciudad perdida sin morir atropellada por el frenesí metropolitano.

Observo las flores en floración, bellas y deseables, decorando el jardín urbano mental y no puedo evitar estornudar.
Definitivamente, por mucho que el Principito me diga, yo les tengo alergia.

Son como los puestos de comida rápida, están bien para un momento, pero no te sacian como sentarte en un buen restaurante.
Nunca he sido amante de la cultura del estrés. Prefiero pasear a caminar, y observar antes que ver.

Y allí, cruzando el paso de peatones incautos, perdida entre el horizonte pasional y el sendero racional, me hallo. Paseando junto Schrödinger y observando la interminable sombra de Heisenberg.

Tomo un soplo de aire fresco que me sabe a contaminación urbana manipulada cerebralmente. Examino la compleja realidad que nos envuelve y vuelvo a pensar en rascacielos vacíos y perfectas rosas inertes.

No sé a donde me llevarán mis pasos
pero seguiré caminando hasta que la dualidad me encuentre.


Música: Alanis Morissette - Hand In My Pocket

jueves, 9 de abril de 2009

Mi derecho

Acabo de encontrar una gran frase de Aristóteles que aliña mi argumentación contraria a las afirmaciones categóricas:

"El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona"

Es impresionante la poca gente que existe que frente a una pregunta compleja se toma un tiempo para la respuesta o te contesta "déjame pensar...".
La mala creencia de que la seguridad reside en la rapidez de las contestaciones está haciendo demasiado daño al mundo.

Quizás el problema sea que no debatimos con las personas adecuadas, o que las personas adecuadas para debatir son difíciles de hallar.

"¿Existe cosa más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo?" -dijo una vez Cicerón

No sé si existirá algo más grande, pero encontrar a alguien con quien puedas expresar las ideas sin colorante ni edulcorante ni antioxidante resulta casi insólito. Porque, si no hablas con las personas adecuadas, o no eliges bien las palabras puedes acabar encontrándote a ti mismo buscando un teléfono para volver a Matrix...

Me dicen que últimamente soy más critica con el mundo, aunque yo no estoy de acuerdo. Creo que siempre he sido crítica con el mundo, a pesar de que mi idea optimista de éste muchos la encuentren reñida con la visión real y crítica del mismo. Aún así, en todo caso no sería con el mundo, sino con la humanidad.

"Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro." -afirmó Einstein en su día

Pero es que ser humano no es nada fácil. Tenemos una eterna lucha interna entre instintos y razones, entre creencias y realidades, y entre ideas y verdades.
Convivimos con el desconocimiento sobre detalles fundamentales de nuestra existencia mientras a su vez avanzamos en busca de unas razones y unas respuestas a unas preguntas que sabemos que jamás tendrán respuesta.
Debemos renunciar al bien individual por el bien global, aún cuando nadie a nuestro alrededor lo haga.
Inventamos compulsivamente artefactos para contentarnos cuando no sabemos ni lo que nos hace felices.
Tratamos de no naufragar en el naufragio de la vida viendo como nuestra flota la lleva gente que jamás nos conducirá a buen puerto.
Y cuando intentamos sobrevivir con nuestros propios ideales, refugiándonos en los sueños que nos hacen brillar con luz propia, alguien nos señala y acusa de que vivimos en una constante irrealidad.

Y aún a riesgo de que 10 manos me señalen, yo seguiré creyendo en esa irrealidad inspirada en la libertad, que para mi, es todo un derecho.

"La libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la inspiración; en la política, el derecho" -Víctor Hugo