Mi opinión sobre estos temas ha ido variando con el paso del tiempo.
Si bien no estoy a favor de que unos hagan negocio con el trabajo de otros, soy consciente de que la cultura no debería tener precio, de que tanto los ricos como los pobres deben tener derecho a disfrutar de los buenos libros o las buenas obras. Por esta razón se hicieron las bibliotecas (y videotecas).
En mi niñez (ya sé que no soy tan mayor, pero cada año que pasa me alejo más de la misma), recuerdo como nos pasábamos los VHS y las cintas de cassette entre amigas para que todas pudiéramos disfrutar de la música o las películas sin tener que gastarnos todo el dinero. --Este es el principio de compartir--
Ahora bien, cuando llegó la era de Internet, los amigos se incrementaron exponencialmente, de modo que si antes con 10 amigos podías ver 10 películas por el precio de 1 (suponiendo que cada uno comprase al menos una), ahora con 1000 amigos.. o 100mil amigos... puedes disfrutar de casi todo el cine que quieras. (¿no es genial?)
Entonces, ¿qué problema hay de que yo haga una red p2p donde todos compartamos música, cine y libros?
La queja viene cuando metemos la publicidad de por medio, y personas se enriquecen a costa de publicar enlaces o contenido con derechos de autor.
Ante esto se puede actuar de dos maneras:
1- Llevarse las manos a la cabeza (si eres de una industria cinematográfica o similar)
2- Ser inteligente y buscar una nueva estrategia de marketing.
El segundo punto es lo que hicieron los chicos del Spotify, un programa gratuito donde puedes oír miles de canciones en alta calidad sin ningún tipo de problema y gratis, con la barrera de escuchar algún anuncio de vez en cuando. (Tb ofrece versiones de pago para descargar música).
En definitiva, que la gente seguirá compartiendo archivos por internet digan lo que digan los del gobierno de donde sea, si prohiben aparecerán nuevas formas de intercambiar contenido, y desde luego en el casual de que hubiera menos películas para ver o descargar en la red, el efecto jamás será que la gente vaya en masa al cine. Simplemente dejarán de ver tantas películas o escuchar tanta música. Porque el dinero, queridos míos, no crece de los árboles.