lunes, 14 de junio de 2010

Honor, dolor y nobleza


A todos nos honra saber que hemos pecado,
mil tentaciones tiene la vida como pasar de puntillas por la misma.
Revolcarse entre los límites para cosechar virtudes.
Acechar las sombras sin pasarse al lado oscuro,
mirar fijamente al horizonte masticando la luz de los días venideros.
Avanzar a pies juntillas por la cuerda floja de la perseverancia extravagante.

¿Qué más da si el camino se bifurca? ¿Qué más da si es necesario un rodeo para caminar en paz?
Odio las directrices y los valores por defecto. Las conductas predeterminadas.
El estereotipo perfil random y la guerra de clones (que nada tiene que ver con la de las galaxias).

Seguramente mi otro yo, esté tomando las decisiones complementadas en el multiverso paralelo,
y allí, entre lo adecuado y lo ideal, descansará la atrevida fachada del tower bridge;
esperando que lo paradójico de un paso más allá en su adicción por los sueños empedernidos.

2 comentarios:

Enrique GB dijo...

Más que honrarnos, el saber que hemos pecado nos eleva al nivel de Dios. Puede sonar a blasfemia para algunos, pero poder mirar a los ojos a ese maldito "hijo" de perra sienta de maravilla, y eso si que es una blasfemia. Pero hablo de caer en las tentaciones de cualquier tipo más que en otros pecados, porque te das cuenta de que nada se rompe en tu universo, todo sigue igual, y tú has disfrutado. Y si algo pasase en el universo, o está tan lejos que no podemos verlo, o sucederá tan tarde que nunca lo veremos, y ambas vienen a ser lo mismo.
No sé qué tienes contra el perfil random cuando es tan jodidamente necesario. De hecho tú no estarías aquí de no ser por él. Puede sonar aventurada esa afirmación, pero me la sopla, es lo que me ha pasado por la mente. Porque, ¿no hablas de eso precisamente? Luchar contra los clones. Luchemos, querida.

Unknown dijo...

vivan las tinieblas y la luz que esconden!

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