domingo, 11 de octubre de 2009

Casualidad

Casualidad

Nunca hablamos sobre aquello.

Éramos dos desconocidos frente a un océano de conocimiento.

Ni si quiera sé muy bien cómo empezó.
Una mirada quizá. Quizás él… quizás yo.

Dos personas solas inmersas en un mismo universo, ajenas a sí mismas, envueltas en pensamientos.

Nunca pensé que esas ideas traspasaran la frontera de mi mente.
Estaba acostumbrada a pensar sin recibir. A imaginar.

Y era una locura porque apenas sabía nada de él, pero algo me decía que quería conocerlo todo.

Hasta que un día, sucedió.

Las hojas del viento bailaron al son del tiempo.
Y las horas se eternizaron. Y los segundos se escaparon entre mis manos.
Y pude dormir en su pecho y sentir su respiración de nuevo.

Y reí, y conversé y fui feliz…
… en esos fugaces destellos que brillan en los momentos inusualmente esperados.


Quería que aquello no terminara nunca, que la existencia se prolongara en longitudes de onda invisibles, que la prudencia se fugara sin mirar atrás, que lo imposible y lo improbable pasearan en paz hacia el infinito... no quería que terminase nunca porque en el fondo de mí sabía que ya nunca sería igual.

Que su roce, sus dudas, sus besos, todo... había sido producto fortuito de la casualidad.

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