miércoles, 17 de febrero de 2010

La Naranja Mecánica

Hablar de La Naranja Mecánica sin hablar de Malcolm McDowell sería como concebir Parque Jurásico sin dinosaurios.
Si hay algo que le dé valor a esta película es la genial interpretación y lo logrado que está el personaje de Alex DeLarge.
Los espectadores nos dejamos manipular por él, un psicópata depravado capaz de cometer todo tipo de crímenes que endulza cada uno de sus pasos con una avispada ironía.

De esta cinta podemos sacar importantes reflexiones, la primera y más global sobre la ultraviolencia. Sobre una sociedad que cada vez va a más y cuya sed de sangre es insaciable.
La segunda sobre el boomeran que es la vida, que todo te lo devuelve. Vemos como Alex, al "rehabilitarse" se topa con toda la gente que ha maltratado y estas personas le devuelven con creces el sufrimiento que el mismo provocó.
Lo cual nos conduce a pensar ¿es el ojo por ojo lo único que sacia nuestro dolor?
Por otra parte tenemos al Estado. Con aparentes buenas ideas que siempre están tras la sombra de votos e intereses políticos; convirtiendo a sus ciudadanos en robots sin libre albedrío. ¿Es realmente una solución la que proponen con Alex?
¿Quitar la capacidad de decidir para evitar un mal mayor?
Todos estos conceptos envueltos en una estética psicodélica hacen de la naranja mecánica una obra de arte stanley-kubrickiense. Una película que desborda una genialidad perturbadora, combinando las escenas más desagradables con la música más celestial. Una dualidad casi insoportable que nos lleva a pensar sobre los límites del mal.
¿Cómo a alguien que le causa placer el dolor puede amar a Ludwig van?

Una verdadera pena el maltrato que sufrió esta película con la censura y las numerosas críticas que se llevó Kubrick, defendido a capa y espada por Anthony Burgess (escritor de la novela en la que se basa la obra). Seguramente porque sus detractores, empachados de violencia, sexo y brutalidad no supieron digerir los juicios y reflexiones morales que el director plasma sobre los gobiernos totalitaristas, un futuro pesimista (e inminente) o la verdadera naturaleza del ser humano.

Para todos aquellos que sabéis mirar más allá del envoltorio, una vez más, un placer recomendárosla.

"Ahí estaba yo y mis tres drugos, Pete, Georgie y Dim. Estábamos en el Dorova Milk Bar. En el Dorova Milk Bar servían leche plus: leche con venloceta, o con drencromina, que era lo que estábamos tomando. Aquello nos agudizaba los sentidos, y nos dejaba listos para una nueva sesión de ultraviolencia..." Alex DeLarge

2 comentarios:

Diana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Maria Molina Parra dijo...

me encanta esta peli y para que veas lo importante q es Mcdowell fue a él a quien se le ocurrió ponerse a cantar singing in the rain (durante un montón de tiempo la melodía me provocaba escalofríos ejeje) mis escenas favoritas son la de la bañera y la del final con su mente perversa y la 9ª ejejej

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