martes, 29 de abril de 2008

Californication

Por fin he terminado de ver la primera temporada de esta irreverente como genial serie.
Puedo decir que Californication es de lo mejor que he visto en mucho tiempo.
Pero es sólo apta para los que son capaces de mirar más allá de las cantidades ingentes de sexo (un tanto explícito) que contiene. Porque sólo así podrás percatarte de la realidad de esta tragicomedia. De todo el trasfondo social que gotea en cada episodio.
Vidas frustradas, decisiones equivocadas, crisis de fe, problemas familiares, hormonas adolescentes con pensamientos (a veces) más cuerdos que los de los propios adultos, relaciones incompatibles, maduración... valoración...

Cada personaje trata un aspecto muy cotidiano de la vida.
Karen, el de las relaciones incompatibles. Se puede amar con locura a alguien, y saber que es imposible mantener una relación con esa persona. Pero eso a veces nos lleva a conformarnos, a pensar que la seguridad y la estabilidad lo son todo, olvidándonos de otros sentimientos mucho más importantes, o al menos igual de imprescindibles. ¿Qué pasa con la pasión? ¿Con el humor, con la locura u otros aspectos más irracionales? ¿Hay que dejarlos todos apartados pensando que para no sufrir es mejor prescindir? ¿Y realmente vivir una relación completamente lineal es mejor que otra con algún que otro sobresalto? ¿No habrá que buscar la química y el equilibrio como un todo, sabiendo que el sufrimiento es algo inherente al amor?

Becca, la pequeña niña adentrándose en la adolescencia, aprendiendo a ver su particular mundo de cuento de hadas en versión adulta.
A veces, su pensamiento deja en evidencia a los demás, porque es clara y directa. No está corrompida por la "sutileza" (por no decir, falsedad) adulta, y siendo partícipe de las andanzas de sus padres, es quizás la que con más objetividad analiza todo.
Ve como su madre no está enamorada del hombre con el que se va a casar, ve como su padre no ha sido capaz de valorar lo que tenía y consecuentemente perdió. Ve como ambos se adoran y se odian porque están unidos por un vinculo pasional. E hizo comprender a su padre, que lo importante no es tratar de evitar las desgracias, sino saber reaccionar ante ellas.

Mia, va un paso más allá. La adolescente adentrándose en la vida adulta. Pecando de inmadurez, y ostentando de madura, simula controlar todas las situaciones cuando la realidad no puede ser más lejana. Es de la tipología de personas que aparentan ser más fuertes que nadie, que nada les importa ni les hace daño, cuando en realidad son más sensibles que cualquiera de ellos.
Como personaje es un calco a la pícara rubita de American Beauty. Ambas de apariencia seguras e insensibles, sexys y atrevidas, que no son más que dos niñas vestidas de adultas con piel de crías.

Charlie, guarda el perfil del típico cuarentón maduro que sigue las normas, siempre criticando a su mejor amigo por alejarse del buen camino, que en el fondo tiene sus crisis de fe, como todos los demás. Sus aventuras con su secretaria le abren la puerta a un mundo desconocido y excitante. Pero la manzana prohibida sólo es buena al primer bocado, luego te das cuenta de que prefieres lo de todos los días.
Su matrimonio es el vivo ejemplo de muchos otros. Con altibajos y dudas, pero en el fondo formado por dos personas que ante todo se quieren el uno al otro.

y Hank, la perfección de la imperfección.
Tan genial como absurdo, tan auténtico como duro.
Irreverente, carismático... Un genio fracasado, o un genio incomprendido como la mayoría de ellos.
Capaz de desviarse tanto del camino como para salirse de él. Lo único que le mantiene es el amor a su hija, muy por encima del suyo propio.
Hank es de esas personas que piensan demasiado en sí mismos, que olvidan a los demás porque sus problemas no le dejan mirar más allá de su nariz.
Pero sus vivencias le hacen percatarse, tarde, de muchos de sus errores. Empieza a comprender que la madurez está ligada al saber valorar lo que uno posee. Aunque por desgracia estas apreciaciones suelen llegar al perder esas cosas.
Hace del sexo un buen aliado para abstraerse de un mundo que le asusta, al que no puede manejar como está acostumbrado.
Aplica su propia filosofía de vida, restándole importancia a muchas cosas que en el fondo no la tienen, pero sin perder del todo de vista su moralidad.
Cala a las personas como los buenos escritores. A la perfección. Y se aprovecha de esto para manejarlas a su antojo.
Pero no con todas puede. Karen, después de verse sometida a Moody con una relación un tanto frustrada, se convierte en la horma de su zapato, alguien que no cede ante sus bromas ni palabrería, que sigue la línea de la cordura, a pesar de cuestionarse siempre todas sus decisiones.

En resumen, una serie maravillosa para reflexionar sobre muchos aspectos cotidianos de la vida, aderezada con mucho sexo y más humor.

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