domingo, 19 de septiembre de 2010

Nocilla Sin Fin

Untó sus dedos en la nocilla y los saboreó por enésima vez.
El tacto de la crema se había tornado tibio y hacía contraste con el frío de su cocina.
Comía frenéticamente intentando que sus pensamientos no irrumpieran en la mente, consiguiendo calmar los instintos primarios pero no la soledad que la invadía.
El dulzor del chocolate se mezclaba con lo amargo de la noche, de los días, de la tortura sin fin, de la felicidad rota o los suplicios sollozantes.
Hoy debía ser un día feliz, y allí se hallaba, sentada frente al frigorífico cambiando el paladar por lágrimas. Engañando a un cuerpo que no estaba destinado a mentirse. Ni a decir la verdad.

3 comentarios:

Unknown dijo...

juas, es verdad, con la ansiedad y las historias lo primero y más rapido para no pensar es comer

Penny Lane dijo...

Endorfinas...

Expediente X dijo...

De los dos sabores de la nocilla,
cacao y avellanas, me quedo con
el blanco, las avellanas, uhmmmm.... >_-

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