jueves, 23 de septiembre de 2010

La conquista del abandono de paraguas


Llueve, y la lluvia arrastra con ella la nostalgia. Limpia el suelo de las dudas, aclara las nubes grises, cargadas de más agua.
Llueve y puedo ver de nuevo algunos niños chapotear en la calle, y los coches salpicar a la gente que ríe o maldice indistintamente.
Qué extraño es esto de la lluvia, nunca a gusto de todos, que viene y se va intermitentemente dejándonos con ganas de más (o de menos).
Y a mi, ya no me apetece mirar por la ventana, sino salir y calarme, como otras veces que corrí bajo la lluvia, o que respiré el olor a tierra mojada.
Supongo que todo cambia. Y es tiempo de conquistar el abandono de paraguas.

5 comentarios:

Unknown dijo...

lo siento.. por romper el tono, pero es que he leído "calarme, como otras veces me corrí bajo la lluvia...", imagínate.

por lo demás.. totalmente de acuerdo.

Diana dijo...

jajaja hubiera quedado en un estilo muy Bukowskiano xDDD

Expediente X dijo...

A mí me encanta la lluvia,
pero cuando te pilla desprevenido,
cómo me pongo... >_-

Penny Lane dijo...

Lluvia pero sólo de vez en cuando un par de veces al mes y no en ocasiones especiales.

Almu dijo...

bonita reflexión....
La verdad es que yo abandoné el paraguas cuando estaba en los 20, pero después de unos buenos buenos constipados volví a los paraguas, jajaja

De todas formas, la lluvia es algo tan variante, a veces anima y gusta verla a través de los cristales toda calentita en casa, otras veces te dan ganas de salir a la calle, mojarte y chapotear en los charcos, pero otras veces hace que te salga la melancolía o que te den ganas de no salir de la cama.....

La lluvia creo que hace que aumente lo que ya hay dentro de ti en ese momento.....

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