
Sí, sigo en ese estado de no parar aderezado con unas cuantas ideas sobre perspectivas cambiantes que revolotean por mi cabeza (dios! que bueno es Ray Charles!).
La verdad es que se me antojan cambios (y algodón de azúcar). No hay nada como un buen algodón de azúcar que te deje las manos pegajosas y recuerdes lo que sentías en tu niñez sin tener que pararte a leer ningún diario. Y es que los recuerdos son fuentes poderosas de poder.
Ahora mismo me veo a mí misma haciendo hamburguesas de piedra con hierbas de la calle (lo triste es que no haya demasiada diferencia con la cocina que hago actualmente xDDD), pero qué más da, ya llegará la semana temática culinaria o consultaré a mi nuevo instructor de guisos a ver qué me enseña a hacer.
Creo que pronto voy a tener que ir a Cáceres, de "retiro espiritual obligado", aprovecharé para escribir, pasear mis apuntes, encadenarme a mi portatil (con su disco duro llenito de buen Cine) y tumbarme en ese patio antiquísimo de piedra e higueras a mirar las estrellas. -y pedir deseos- Definitivamente lo mejor de los pequeños pueblos perdidos de extremadura es poder mezclarte con la naturaleza y olvidar por un momento la urbe y su gigantesco agujero negro magnético. Coger una inmensa bocanada de aire fresco, puro, no contaminado, para recordar lo mucho que quieres seguir respirando el de la ciudad.
También para encajar las piezas descolocadas del puzle de posibilidades.
Dios.. mi teléfono vuelve a sonar, si fuera un sim tendría la vida social muy en verde xDD
Así que como buena humana sociable me despido para arreglarme que la vida offline me requiere!