
Sí, "los malos".
Puede que sus causas no sean nobles ni justas pero derrochan inteligencia, saber estar y dotes de liderazgo.
(Obviamente hablo en la ficción, siempre he detestado a la gente que pasa por encima de todo y todos sin escrúpulos.Pero en los libros, películas o series es otro cantar.)
¿Os habéis dado cuenta de que los malos siempre son mucho más interesantes? Su historia, su carácter, sus razones... todo viene envuelto en un aura misteriosa llena de argumentos válidos y coherentes.
Sin embargo los buenos, lineales y demasiado obcecados en su causa, a veces pierden todo el encanto y toda su humanidad al convertirse en héroes.
Supongo que el buen (y estricto) camino hace de cualquiera un ser aburrido...
Y eso lleva a preguntarme por qué ellos no se saltan las reglas, no se equivocan, o en su defecto no tienen rasgos de egoísmo, de celos, de venganza o manipulación...
No representan personas de carne y hueso, no tienen ese punto de impredecible picardía excéntrica...
Quizás sea por esa razón, por ese marcado perfil de perfección, que me atraiga el mal camino.
El frío, culto y calculador Hannibal Lecter, el minucioso John Doe (Kevin Spacey en Seven), el pintoresco Alex DeLarge (La Naranja Mecánica)... Todos tan carismáticos como retorcidos. Apasionantes y perversos. Oscuros y siniestros sin perder su luz.
Todos siguen una estela de suspicacia astuta con la que logran alcanzar su causa.
Por eso me encanta Ben Linus (Lost). Porque sabe controlar en todo momento la situación, porque su cabeza va diez pasos por delante. Porque aunque parezca perdido, él siempre tiene un camino alternativo por el que ir.
Qué queréis que os diga... lo predecible, cansa.